En las últimas décadas, los sistemas educativos latinoamericanos han sufrido profundas transformaciones, que se inscriben dentro de los procesos de reestructuración de los Estados Nacionales. Las diversas políticas y propuestas de reforma implementadas han etado orientadas por un modo de pensar al Estado y a la sociedad en el que la centralidad de la política fue desplazada por la primacía de un discurso que exaltaba los valores del mercado, reduciendo a los ciudadanos a su faceta de consumidores, en un contexto de expulsión y polarización social creciente. El campo educativa no permaneció al margen de esta crisis. Muy por el contrario, podemos señalar que en buena medida las reformas educativas han sido funcionales a este modelo.